venían aleteando
graznido estruendoso
sobre las peñas
salinas
el cráneo estremecía
y el pecho punzaban
las agoreras locas
el espíritu alterado
desfallecía
presagios, tormentos
entre la huella del
pie
y el amor ambiguo…
Así, despertaron en ese ayer
en el desorden fiero
como todo el mar
desaforado
hirviendo en su
magna suficiencia
venía desbocado
saltando entre las
rocas…
Y también se oyeron
voces suaves
de ninfa, mujer,
hombre o hado
pero, era un ángel
en tu camino
que plañían susurros
en suaves trinos y aleteos
gráciles
los cuellos negros
cruzados
aborde del mar
brillando
la diamantina
estrella
de sus alas albas
grandiosas
y se alojaron sus
ritos
de amor, de signo
por los huesos, por
el pecho
carcelero arrebato
al caer el sol
esquivo
y se cobijó dormido
en la preñez madura de esa agua
hirviente simulacro
de un sol frío
grabado en la rojez
del corazón
entregado a su sueño
de espuma
guardando ápices de
sustancias
que al fin escaparon
sin retorno
desde aquellas
caracolas rotas
dejadas en la playa
abandonada…
Sin embargo a los
años
vuelve la mirada
plena de mar maduro
al fin sabes que el
Amor más grande
nunca se ha diluido
y sigue floreciendo
en el bosque
cual corazón nacarado del ciruelillo
y sigue latiendo en
la bolsa del mar azul
el néctar precioso de
la sal
donado cual pan
y que en tu mesa palpita bendecido.
Meulen/ 2014 -2020
(Poema reeditado)