El espacio de mi antejardín ha brillado un año más, en formas y colores...Es algo con que me quedo guardado en mi corazón por la generosidad del dador de vida y que me permite poder cultivar estas plantas, tanto que sirven para comer ,como de adornos y por el puro placer de cultivar especies que se dan bien en mi jardín de suculentas, las que aprendo a conocer ,cuáles son las que realmente les gusta estar en el jardín y es posible seguir cultivándolas con esmero.









Sin entrar en cuestiones filosófica , que muchos promueven por ahí , al menos a mi me enseñaron desde niña a valorar la tierra y todo lo que ella nos da y nos mantiene...de niña cultive plantas comestibles en huertas hermosas con la mami, una tía con la que viví en el campo , con mi madre aprendimos a hacer un huerto urbano de especies comestibles y frutales y recuerdo a mis abuelos que tenían grandes sembrados y aún mucho se conserva de eso, en los que quedan vivos y su descendencia ...El contacto con la tierra es algo muy fundamental , para comprender lo relevante de la existencia del ser humano en este Planeta.










Es una actividad que nos vincula con todo lo que sentimos y apreciamos en la humano y sobretodo lo divino, permanentemente gozar el asombro de ver la belleza de la creación , sus múltiples formas nos refleja la magnificiencia que nos fue donada, nos llena de un encuentro con lo espiritual y nos equilibra , dándonos renuevo de la energia y por último ese íntimo sentimiento de felicidad al sentir esa conexión tan especial , por ejemplo cuando florece una planta nueva o alguna que nunca había dado luz y al fin revienta en colores fulgurantes.
¡Gracias Padre por permitirme velar por tu creación!
MEULEN/2025