Este texto fue escrito el mes de Mayo del 2004 y se publicó en el diario pionero "PATAGONIA VERDE" , creado por mi entrañable amigo y gran emprendedor de proyectos que destacan al pueblo, don Pablo González Sotelo.
El que mire desde arriba de cualquier cerro de Chaitén indudablemente verá la cordillera, el bosque , el mar , el volcán Corcovado, tal vez hasta la cima del cerro Vilcún y por supuesto en la explanada a orilla de la bahía , el pueblo.
Los habitantes de Chaitén , no pueden concebir a este pueblo sin lluvias incesantes y vientos huracanados.En esos días , como barcas detenidas en el tiempo las casas despiden sus fumarolas de ulmos, lumas y tepúes, quizás el bosque reclame en la locura desatada del levante algún día, una partícula de sus raíces vencidas.
A pesar de las migraciones obligadas por muchos factores ,el pueblo se mueve ,bajo coloridos paraguas , la gente va y viene por la plaza de la ciudad absortos en sus cotidianos quehaceres.
Podemos observar tantas veces por las plomizas calles , a un par de mujeres que transportan una carretilla de la cual asoman unos ojos brillosos y colas puntiagudas , son esos peces de lomos plateados que vienen a tostarse en el aceite hirviente de una casa ansiosa del manjar oceánico.
Para un visitante acostumbrado a grandes tráficos de vehículos y de multitudes de peatones ,esta pequeña ciudad le parecerá adormecida , demasiado lenta , casi rural , más de alguno se preguntará cuál será el afán de vivir en este lugar sin grandes entretenciones.
Pero el pueblo respira tranquilo,vamos creciendo con el olor puro del bosque y el mar, junto a la mesa del hogar en las horas de las meriendas los padres , se sientan a conversar con los suyos, otros días se visita fácilmente a la pasada a un amigo o amiga , se pasea por las calles del pueblo y los sectores aledaños sin más gusto que el querer apreciar otra vez el paisaje siempre verde , más de alguien nunca dejará de redescubrir y asombrarse de los seres que habitan bajo las cabezas de las nalcas, los helechos o los temblores de los chilcos y trupas.
Otros días los padres llevan a sus hijos e hijas a pasear por la playa, la puntilla, el río Blanco y ahora la redescubierta cascada Chai_chai
Chaitén respira por sus cuatros costados. Nadie puede negarle su idiosincrasia y si a veces quisiéramos sentirnos un tanto tristes ,un poco olvidados de los grandes centros urbanizados debemos saber que nos tenemos a nosotros mismos, darnos cuenta que los antepasados si supieron de adversidades enfrentados a conquistar lo salvaje del terreno, el río , cordillera y mar. Ellos tubieron coraje , persistieron y resisten hasta hoy.
De aquellos nos llegan sus voces sabias y sus esperanzas como un arco iris .
Aquel que se trepó un día por la ventana de mi aula escolar y despertó a los niños taciturnos ( a causa de ver tanta agua) y ante la mirada apenas encendida del sol gritaron al unísono :
-¡Ha llegado el sol, que lindo es el pueblo!_ y en esa simple expresión de los niños existe el redescubrimiento , que tal vez necesite hoy...
Volver a mirarnos.
A estar atentos ...
A sentirnos lo que somos :AGUA , BOSQUE Y MAR.
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