Pancracio.

La tía Rosa terminó de dar trigo a sus aves en el patio y dejó la bolsa negra con un resto colgando en una estaca del cerco y fue adentro a buscar otras cosas, el gallo que le decían Pancracio, que era muy vivaz vio la ocasión pintada y pensó: ¡Aquí está la mía!. La doña ni cuenta se dará que picotee la bolsa y coma más trigo.

Sin pensar más se lanzó a darle a la bolsa con tal brío que a los primeros picotazos, esta cedió y cayeron los granos y entusiasmado le siguió dando, al parecer la bolsa no estaba bien sujeta, ya que el gallo da un pequeño vuelo y encajó toda la cabeza en la bolsa negra y quedó vestido con esta y ahora no parecía un gallo sino un pavo algo destartalado con semejante atuendo encima.

Pancracio era agrandado, por ser el dueño del gallinero y siempre se daba esas ínfulas de superior y entonces se paseó sin vergüenza por el corral y de pronto le entró la picardía y viendo a unas pavas que descuidadas pastaban por ahí, se dijo : esta es la ocasión, de pisarme unas cuantas y ni corto ni perezoso se dio a la tarea.

Se fue haciendo el despistado acercándose a las aves, estás como lo vieron negro con la bolsa encima pensaron que era su macho, ni en cuenta lo tomaron y seguían pastando y el gallo, ¡zas! , se lanza sobre una de ellas para pisarla, pero todo fue un instante que antes que le cayera encima, ni cuenta se dio que venía el pavo macho con las alas abiertas y rojo el cogote, furioso , a él no lo iba a engañar y de un solo empellón, tiró lejos al gallo y le dio una paliza tal, que con sus picotazos le arrancó parte de la cola dejándolo pelón.

A todo esto las demás aves que componen el corral no dejaban de gozarse de la hazaña y si no es porque aparece la tía Rosa y pone orden puede que el gallo hubiera pasado a mejor vida.

Por ahora, el gallo se pasea muy avergonzado con su rabo pelado y los patos en coro al pasar a su lado , le dicen: -gallo pelón, pelón- gallo pelón, pelón!

Meulen/2020