En ese estaba absorto de ir tras su comida, pero antes lo pensó mejor ,como era tiempo de juntarse con una grillita, prefirió preparar sus alas y lanzar al viento su canto alado, a ver si tiene suerte para dejarse oír entre tanto bullicio de la ciudad , para colmo empezó de pronto un viento recio que venía del mar, que siempre ocurre lo mismo y el pobre insecto no tiene más que armarse de paciencia y seguir en su empeño nupcial.
De tanto empeño que hacia ni cuenta se dió que lo estaba viendo un gorrión, que semidormido entre los pastos ,al oír el canto enamorado, no desperdició el momento de poder zamparse al bicho.
El grillo seguía cantando embelesado, su corazón encendido ya no paraba de cantar y entonces , por ese reflejo instintivo de vida , se dió cuenta del peligro y como era grande la ventolera , apreció que venía entre ella revoloteando una bolsa verde y pasó rauda a su lado, el grillo da un salto, cae dentro de ella y el pájaro que venía decidido a cazar al insecto de un golpe cae a tierra y el grillo se fue volando en la bolsa, en un remolino de viento que lo dejó sobre las nubes que lo arroparon y lo tienen retenido para que les cante en las tardes y puedan dormir enrojecidas y amarillas , porque el grillo rojo les da esa manto reluciente que el sol les regala en cada atardecer.-
Meulen/2020
Ya las bolsas al viento se han transformado en personajes de tus cuentos, Meulen...
ResponderEliminarAbrazo inmenso.
Muy inteligente el grillo, que ahora ocupa un lugar especial entre las nubes.Su canto ha ascendido al cielo y ahora es un gran tenor, Meulén.
ResponderEliminarMi felicitación por tu creatividad, que ha conseguido dar a las bolsas de plástico una mejor utilidad.
Mi abrazo y feliz domingo,amiga.
Gostei de ler!!!
ResponderEliminarBj
Me ha gustado mucho Meulen. Muchos besos.
ResponderEliminarCarlos
ResponderEliminarAsí es y quedan otros interesantes relatos...
gracias
María Jesús
ResponderEliminarA mi me gusta pensar que el grillo sa esos rayos de color granate que muy rara vez se ven por aquí.
abrazo.
Gracinha
ResponderEliminargracias que estés bien.
Teresa
ResponderEliminarque bueno que se sienta muy bien!
Un relato muy tierno como todo lo que escribes.
ResponderEliminarUn beso
Que relato más tierno Meulen! Nunca he visto un grillo rojo, pero de niña solía coger los grillos del campo en mi mano... Donde vivo tengo la suerte de estar cerca de la naturaleza y no hay noche que no los sienta cuando todo queda en silencio.
ResponderEliminarBesitos y buen día amiga.
Cuánta creatividad, amiga. Fascinante! Ahora, me acordaré de tu grillo rojo cuando los escuche cantar bajo mi ventana... Genial! Besos, amiga.
ResponderEliminarMuito obrigada pela sua visita ao meu blogue.
ResponderEliminarGostei desta história muito bem contada.
Um beijinho e bom domingo.
Ailime
Buscador
ResponderEliminargracias por comentar
Ani
ResponderEliminarsi hay grillos rojos y los de mi jardín son bastante grandes de diré...jejejje
gracias.
Julie
ResponderEliminarAsí es viven cerca de las ventans, será que les gusta cantarle a las mujeres humanas??
jajajaj. que cosas !
Ailime
ResponderEliminarGracas por llegar hasta aqui
binevendida y seguimos leyendo.
Por una vez, Meulen, al menos para el grillo rojo, esas bolsas de plástico que nos invaden fue gozo y no desdicha ni pesadilla.
ResponderEliminarQue delicioso cuento, tan bien relatado que visualicé la escena de principio a fin.
Y ya con el dibujo me enamoré de este grillo con ansias de amor.
Un abrazo,
Me ha encantado mucho este relato y sobretodo su final.
ResponderEliminarSu canto es ahora escuchado, desde las nubes, por todos los rincones de la tierra.
BEsos